Este es un cuento de navidad.
Esta extraído, en realidad es la carta
completa, que mi papá me envió estando yo en la mili, a casi 3000 km. De casa.
Bs. As. , antes de navidad.
Querido hijo dondequiera que estés.
(allí donde tu estés Cayo, estaré yo, Caya, decían
los romanos cuando pronunciaban la formula ritual del casamiento. Allí donde
este el hijo, estarán los ruegos y el corazón de los padres.
Esta es una carta de navidad, mejor dicho de
navidades. Quisiera explicarme mejor y para ello trataré de describirlas.
Tomemos la navidad típica de una familia media
ascendencia italiana o española de moderados recursos tal como yo la recuerdo.
Después de aproximadamente un mes de afanosas
consultas, tanteos, amenazas veladas. Mensajes oficiosos entre las partes en
litigio, por un comedido que lleva y trae en la familia se decide por fin el
lugar de reunión.
Inmediatamente la familia se divide en locales y
visitantes. Esta división admite algunas subdivisiones más de acuerdo al poder
adquisitivo de cada uno, pues cuando se eligió la sede, se repartió también el
aprovisionamiento de los alimentos sin cuya ingestión en abundancia no hay
fiestas que valgan.
Los de menores recursos se ocuparán año tras año de
la “ensalada rusa” y la “fruta seca”. Y año tras año las esperanzadas
expectativas se desvanecerán cuando el candidato arriba con el paquete. La cosa
no mejora, la papa en abundancia y las nueces apolilladas de 2da. Siguen
firmes, inalterables. Mientras tanto en la sede del evento, la nochebuena se
larga en realidad el 23 a la tardecita cuando se comenzó a preparar el adobo del lechón, operación delicada y
peligrosa que se lleva a cabo como un ritual y se transmite de madres a hijas.
El 24 por la mañana se arranca bien temprano y se baldea, friega, repasa, lustra,
ordena y pule la casa con un entusiasmo digno de mejores causas.
El resultado final es tan artificioso que cualquier
opa que llega se da inmediatamente cuenta que esa casa, que parece una
escenografía, solo recibe ese esfuerzo de limpieza una vez por año (o cada dos)
cuando es sede del mayor evento familiar: la
navidad !!!
A eso de las siete de la tarde, la familia luchando
contra el reloj ha conseguido finalmente terminar los preparativos, y sudorosos
y agotados se dirigen al cuarto de baño por turno y apresurándose unos a otros
con estentóreos gritos a través de la puerta. Ahí aparecen los primeros
nubarrones, las primeras chispitas de discusiones, los primeros amagos que
presagian el verdadero espíritu de
navidad.
Una vez que todos se hallan escrupulosamente lavados
y rascados, recortados y peinados, perfumados y enfundados en las nuevas
prendas estrenadas para la ocasión, la familia tipo se reúne en el living a
velar las armas a la espera del enemigo, es decir los parientes. Nada mas
incongruente que esa tensa espera, sin nada que hacer y enmarcados en las ropas
y zapatos relucientes después del desenfrenado ajetreo de las 24 horas
anteriores, es como si el tiempo se hubiera detenido.
Mientras tanto en las calles de Buenos Aires, el verdadero espíritu de navidad campa
por doquier, transito atascado, largas colas, bocinazos, choques, empellones,
insultos, rostros airados y puños amenazadores, ingredientes de nuestra diaria
sinfonía porteña…exaltados hasta el paroxismo.
Luego de sortear todos los escollos de la peligrosa
jungla de cemento arriban los parientes.
Que casquete!
Todos los que se odian, se desprecian, se ignoran
durante el año, se confunden ahora en apretados abrazos y se rocían
profusamente con frases edulcoradas.
Cuando se completa el lote, y previa gestión afanosa
de las mujeres en la cocina, mezclando, troceando, aderezando y sirviendo,
todos se sientan a la mesa. Y aunque parezca increíble se vuelven a decir todas
las misma pavadas, veladas indirectas, bromas soeces y lamentables agudezas que
repiten año tras año.
A eso de las 23:30 cuando se ha comido y bebido
abundantemente, ingestión esta que se patentiza en el rojo subido de los
rostros y en el verde mas subido de los chistes e insinuaciones a las parientes
solteras se produce un modesto silencio y se lanzan furtivas miradas al reloj.
Generalmente ninguno de los relojes presentes marca la misma hora y se
generaliza una animada discusión entre los presentes matizada con malignas
alusiones a las respectivas marcas. Finalmente alguien sugiere que se ponga la
radio, para escuchar la señal que dará rienda suelta al jubilo general.
Se prende la radio. Uno teme (parafraseando a
Fontanarrosa) que de pronto aparezca el gordo Muñoz: se acerca la navidad, peligro de navidad, navidad, navidad, navidaaaad
!!!
Y ahí todos se besan, lloran, se abrazan y después
de una momentánea vacilación se lanzan con renovados brios sobre los restos de
la fruta seca…
Esto podría seguir indefinidamente, pero yo quiero
hablarte ahora de otra navidad que no sospechara que existiera.
En realidad
es una NO-FIESTA
Es la No-Fiesta
de: Los desamparados
Los solitarios
Los miserables
Los enfermos
Los Locos
Los desesperados
Y
La de los padres que están lejos de sus
hijos.
Hijo
querido, donde quiera que estés te tengo muy, muy fuerte apretado contra mi
corazón.
Firmaba
Papá
(Jorge Hugo Damilano)
Te extraño papá, y ahora que desde
hace poco soy papá entiendo mucho mas.
Y parafraseando tu ultimo párrafo: “donde quiera que estés te tengo muy, muy
fuerte apretado contra mi corazón”.